jueves, 29 de abril de 2010

Al votar: dos dedos de frente y mucho corazón

Una de las primeras historias publicadas en este blog, fue la de Paula Ospina, una gran amiga que murió a causa de una explosión en medio de una manifestación de estudiantes contra el TLC, de la cual ella tomaba parte.

Ya han pasado 5 años desde la muerte de Paula y su imagen permanece indeleble dentro de quienes la conocimos. Ella era una mujer inteligente, pero sobre todo sumamente altruista, desafortunadamente estaba muy convencida de que las ideas revolucionarias que le habían vendido, eran la salida para los problemas de Colombia y esa convicción fue la que la llevó a la muerte.

Pero en esta ocasión no hablo de Paula solamente por la enorme pena que me produce recordar lo que le ocurrió, sino porque siento que lecciones como la de ella, deben servirnos a todos los colombianos para reflexionar.

El día siguiente a la explosión que le costó la vida, un gran amigo llegó a un recinto en donde nos encontrábamos todo el grupo de amigos de ese entonces, incluida Ángela* la prima de Paula, diciendo muy a viva voz: "¿vieron lo que le pasó a esas niñas? ¿quién las manda? Se lo merecen, eso les pasa por ponerse de revolucionarias", inmediatamente todos nos apresuramos a sacarlo del lugar y explicarle que una de esas niñas era precisamente Paula.

La actitud de mi amigo se parece a la de muchos colombianos que al ver la muerte de alguna persona en situaciones como ésta siempre piensa "se lo merecía": por guerrillero, por participar en manifestaciones, porque se robó algo, porque era un campesino inocente mal parado (eso dicen algunos de los falsos positivos) o incluso por ser un niño que se coló en el Transmilenio.

Para muchos en este país del Sagrado Corazón que irónicamente a veces carece de corazón, una persona como Paula "se lo buscó", pero hablan sin saber de lo inteligente que era, de lo mucho que le interesaba el bienestar de su país y de lo involucrada que estaba con su causa, aunque estuviera muy equivocada.

Es claro que en este caso se trató de un accidente, a ella nadie la mató, pero tampoco nadie se ocupó de plantearle otras alternativas. Porque en este país, las personas como ella no son orientadas y educadas, sino juzgadas como criminales.

De vez en cuando la recuerdo y se me ocurre pensar, que como politóloga hubiera hecho mucho más por su país, que ofrecer su vida por una causa agonizante, pero a ella nadie la hizo ver eso. En cambio, muchas personas, sin dar la oportunidad de ver en ella a una persona y no a un número, piensan simplemente que se lo merecía.

Lo que nos falta...

El de ella es solo un caso, pero es un espejo siniestro de lo que pasa con miles de personas en Colombia que mueren de forma violenta (intencional o accidentalmente) y ojo: nadie se merece morir así. Eso lo dice la gente con odio, con rabia, con sed de venganza, pero nadie siente el dolor del vacío de una persona hasta que le toca, y lo peor, aunque ya le haya tocado no le importa sino su dolor personal pero no compadece el de otros.

Yo me propuse no escribir en contra de ningún candidato a la presidencia, pero hoy lo hago no con odio, sino como un deber moral, por si el mensaje de este texto le puede llegar al menos a una sola persona.

Alguien que ataca un campamento en el cual hay guerrilleros que han causado tanto dolor a los colombianos, probablemente no merezca ser censurado. Pero alguien que premeditadamente ataca campamentos en otro país, a sabiendas de que allí había también civiles, evidentemente tiene sangre fría y personalmente eso es lo último que quiero en el presidente de mi país.

Una persona así, probablemente no merezca la cárcel ni la extradición, eso lo decidirá la ley. Pero dentro de los ciudadanos debería haber una ética que nos impida regocijarnos en el dolor de otros y asumir con sabiduría estas situaciones. Una cosa es que el país piense que es un alivio no tener que estar supeditados a las acciones de Raúl Reyes, otra cosa es que su muerte sea motivo de dicha y salga su cadáver en todos los periódicos.

Una cosa es que nos alegre cada guerrillero menos ejerciendo la violencia, otra cosa es que aprobemos que se entregue la mano de una PERSONA como prueba de ello. Una cosa, es que el ataque al campamento de las FARC en Ecuador haya sido una brillante estrategia militar, otra cosa es que alguien afirme con orgullo que ordenó esta acción violenta en la que murieron jóvenes que seguramente estaban allí también engañados.

¿Saben por qué? Porque así como la familia de Paula ni siquiera sabía que ella militaba en esos movimientos, usted NO sabe si su hijo, hermano, amigo, primo o cualquier ser querido, está engañado como ella y usted, estimado lector, no querría que estas personas corrieran su misma suerte, sino que el gobierno tuviera la voluntad de entenderlas: castigarlas, educarlas, vincularlas a la sociedad, pero nunca matarlas.

Señores, si tenemos dos dedos de frente, seremos concientes de que si "seguimos avanzando" en el camino que vamos, lo que le ha pasado a otros colombianos, ya sea como falsos positivos o en las filas de grupos ilegales también va a aumentar y probablemente un día nos toque con alguien cercano. Pero eso se puede prevenir.

Y si tenemos más corazón, seremos capaces de entender, que este país necesita otra actitud. Necesita que nos perdonemos y que pensemos en la muerte de las personas que maltratan nuestras familias, nuestra legitimidad como país y nuestra democracia, no como la única, sino como la última opción. Porque ya vimos que bajo una política de la muerte, caen justos e inocentes y si seguimos llevados por la venganza, vamos a terminar matándonos todos entre todos.

*Ángela es la prima de Paula, a quien siempre que hablo del tema le cambio el nombre para protegerla, porque "nunca se sabe".

3 comentarios:

Átomo dijo...

Estoy de acuerdo en que, más que buscar un buen candidato, ahora se trata de no dejar montar al poder a una persona lesiva y deshonesta que haga al país más daño.
Excelente post, felicitaciones. ni iquiera uno que mantiene en la u conoce tan a fondo estas experiencias.
Saludos,

Tomáz.

Anónimo dijo...

increible cronica, estoy deacuerdo en que la revolucion mal planteada trae tristesa.

gracias por el post, y lo pondre en todos mis contactos, espero que algien cambie de idea para que tenga algo claro por quien votar.

Santiago Sarmiento Ortiz dijo...

Coincido en muchas cosa con usted como evitar la violencia a toda costa y darle a la vida el verdadero valor que tiene, quizá hemos perdido la sensibilidad para entender que son seres humanos como nosotros los que dejan de vivir. Sin embargo, el bien general debe primar sobre el particular, por muy equivocados que algunos estén el deber del estado y lo que como ciudadanos esperamos del estado es que nos defienda. Yo no estuve de acuerdo con violar la soberanía de Ecuador para matar a Reyes, no estoy de acuerdo con que Santos se ufane y diga que lo repetiría, pero tampoco creo que los estudiantes mexicanos sean unas victimas inocentes, ellos no estaban secuestrados y quizá estaban desenfocados y parte de lo que debemos asumir como adultos es la responsabilidad por nuestras decisiones.

Me gustó su post y reitero que para mi la vida es sagrada y en la medida en que menos personas apoyen las vias de hecho como medio de presión y se busquen vías de concertación la violencia disminuirá.