lunes, 31 de octubre de 2011

De "mandamientos" y libertades

Hoy me encontré en una de mis redes sociales una imagen que llamó mi atención y con la cual me identifiqué de inmediato. En ésta, una mujer miraba seria y fijamente a la cámara y junto a ella una frase enunciaba: "Nunca arriesgaré mi salud por alcanzar un estereotipo de belleza".

Luego noté que ésta imagen hacía parte de un álbum titulado "Mandamientos de la mujer" y continué observando todos los demás. Lo curioso, es que una vez le dí la vuelta al álbum completo y llegué a la imagen por la que había comenzado, mi sentimiento hacia ella cambió, me di cuenta de que esa misma frase vista con ojos de "mandamiento" era diferente y me llevó a preguntarme: ¿entonces quienes decidan someterse a una cirugía riesgosa para alcanzar un estereotipo, son menos mujeres que yo? En ese momento comprendí que cuando vemos las cosas con cara de obligación, de regla, o de "mandamiento", cambian completamente.

Siguiendo las imágenes, encontré que hacían parte de una iniciativa de la marca de ropa interior Vicky Form, que tenía como objetivo recoger aportes de cientos de mujeres para "encontrar las nuevas reglas por las cuales queremos regirnos y comportarnos" y debo decir que aunque me parecen loables tanto la intención como los aportes de las mujeres que participaron, al dar con ellos tuve algunos sentimientos encontrados que expreso a continuación.


De "mandamientos" y libertades

"Libertades", ese concepto tan difuso y a la vez tan indispensable por el que tantas mujeres lucharon a lo largo de la historia. Libertad para votar, trabajar, vestir, amar, estudiar, creer, crear y muchas otras posibilidades de las que muchas damas no son conscientes y que aún muchas otras aún no han obtenido a pesar del cambio de los tiempos y de los enormes esfuerzos. Tanto que nos falta por decir y aprender acerca de las libertades femeninas y aún así ¿resultamos hablando de nuevas reglas?

A mi modo de ver, es absurdo que hayamos luchado tanto por libertades para que ahora en lugar de hablar en clave de "derechos", lo estemos haciendo en clave de "mandamientos". Con campañas como ésta, el mensaje que se envía no es que las mujeres somos libres, sino que ahora tenemos obligaciones diferentes frente a la sociedad.

Algún lector podrá decir que se trata sólo de una cuestión de lenguaje pero que el objetivo sigue siendo expresar los derechos que para nosotras son indispensables. Sin embargo, opino que en casos como éste el lenguaje es realmente expresión del sentir de un sector de la sociedad: que la mujer contemporánea debe estar a la altura de los derechos obtenidos y tiene que comportarse obligatoriamente en consecuencia con ellos.

Que si las feministas lucharon para que pudiésemos trabajar, tenemos la responsabilidad de hacerlo; que si hemos ganado libertades sexuales, tenemos que hacer uso de ellas, o que el hogar no puede ser el centro de nuestras vidas, por poner algunos ejemplos. Pero si una mujer desea ser ama de casa, si desea vivir conforme a determinados dogmas que aprendió, si decide que el hogar sea el centro de su vida ¿no tiene también la libertad de hacerlo?

No podemos caer en el error de confundir la lucha por obtener nuevas libertades, con el esfuerzo por llevarle la contraria a todas las obligaciones de las cuales hemos ido logrando desligarnos a lo largo de la historia. La libertad está profundamente ligada a la diferencia, a la individualidad, por eso no es justo que nos permitamos nuevas normas, nuevos mandamientos que busquen uniformarnos otra vez, aunque sea en el lado opuesto.

Yo, personalmente, admiro a la mujer que por voluntad propia decide dejar su trabajo para dedicarse a sus hijos, así como admiro que a la que decide no casarse y pasarse la vida recorriendo el planeta; respeto a la mujer que decide hacerse una lipoescultura aunque sepa que corre un riesgo, igual que a la que se pasa la vida entera en tenis y sin una gota de maquillaje. Nosotras, siempre que lo hagamos con plena convicción, tenemos derecho a decidir cuáles son las libertades y responsabilidades que asumimos frente al mundo que nos rodea y no por eso somos más o menos mujeres.

Por ser mujeres no estamos obligadas a ser sumisas o a vivir bajo represión, pero tampoco bajo la presión social de tener que asumir unas normas nuevas por mucho que otras las hayan luchado. Nosotras tenemos el derecho a decidir por voluntad propia en dónde está nuestra realización personal y así como hace décadas hubo quienes lucharon para deshacerse de las presiones existentes, yo exijo hoy ¡por favor, no nos pongamos presiones nuevas!

Desde mi punto de vista, esta campaña sería ideal si no hablara de "Los 10 mandamientos", sino de "Las 10.000 libertades" y comenzaría por cambiar la frase que mencioné al comienzo, transformándola en una libertad y no una obligación: "Soy libre para amar mi cuerpo tal y como es, más allá de los estereotipos de belleza".

domingo, 23 de octubre de 2011

Las maravillas de una vida sencilla

Esta noche leí un post donde Jorge Montoya nos comparte una lista de sus placeres sencillos. Al hacerlo, descubrí que llevo un buen tiempo meditando sobre mi propia lista y haber leído la de otra persona sólo consiguió que ésta se desbordara de mi cabeza y me condujera, como hace tiempos no me pasaba, al placer de escribir con una enorme urgencia de hacerlo. En fin, aquí va:

  1. Ver la luz del sol entre las hojas de los árboles
  2. Cantar a todo pulmón, con voz voluntariamente desafinada
  3. Llorar viendo una película
  4. Llorar de felicidad o de risa
  5. Escuchar las ocurrencias de los niños pequeños
  6. Cocinar pastas de tornillitos
  7. Sentarme con los pies montados en la silla
  8. Mirar las luces de la ciudad por las noches
  9. Mirar las estrellas y pensar que el Cinturón de Orión me pertenece
  10. El olor del frío de la noche en Bogotá y el olor del jazmín de noche en Medellín
  11. Ver el paisaje cuando viajo por carretera
  12. Conversar por horas sin sentir el paso del tiempo
  13. Encontrar la palabra precisa en el momento preciso
  14. Escribir cuando me surge la urgencia de hacerlo
  15. La complicidad: una patadita debajo de la mesa, un guiño, un gesto
  16. Las veces que mi mamá utiliza algún término juvenil/coloquial aprendido de mi hermano y de mí
  17. Contar historias, aunque sepa que los demás no quieren escucharlas y escribir, aunque sepa que nadie va a leer
  18. Reírme y sonreírme a solas
  19. Sentir mariposas en el estómago y verlas recorrer mi espalda
  20. La extraña nostalgia que siento al terminar un libro
  21. Un café caliente
  22. Encontrar el número 22 en todo

Y reservo un lugar especial a mis placeres más amados:
  1. Ver y oler la lluvia
  2. Escuchar la misma canción durante horas
  3. Despeinarme
  4. Bailar
  5. Andar descalza
  6. Despeinarme bailando descalza
  7. Los cielos azules, los cielos grises, pero fundamentalmente los atardeceres rojos, anaranjados, amarillos

Uno se pasa la vida soñando con grandes cosas, pero si nos fijamos, incluso la felicidad de los grandes logros está realmente en los detalles que los acompañan. He ahí la maravilla de una vida sencilla.


Epílogo

Tras terminar mi lista recordé un fragmento de El Principito:

"Las personas mayores aman las cifras. Cuando les hablas de un nuevo amigo, jamás te preguntan sobre lo esencial. Jamás te preguntan: '¿Cuál es el sonido de su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Colecciona mariposas?'. En cambio, indagan: '¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos son? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?'. Solamente entonces creen conocerle."

Este fragmento me recuerda que a veces en el afán de construirnos un futuro y una vida de adultos nos convertimos en esas "personas mayores" e ignoramos involuntariamente las cosas simples, las esenciales. Como que lo valioso de un trabajo son las pequeñas satisfacciones y las risas con los compañeros; como que lo maravilloso de una casa no es su valor o sus acabados, sino los momentos que vivimos en ella; como que los pequeños incidentes de la vida se terminan convirtiendo en anécdotas y cuando nos sentimos plenos acabamos disfrutando el camino más que el destino mismo.

jueves, 27 de enero de 2011

De redes sociales y espejismos mediáticos

Considero oportuno un análisis del fenómeno de la llamada Ola Verde, suficiente tiempo después de las elecciones presidenciales, como para que se haya enfriado, y suficiente tiempo antes de las elecciones regionales, como para que no se haya vuelto a calentar.

Estoy de acuerdo en que la Ola Verde fue un gran fenómeno electoral, centro de una controversia igual de grande: si el movimiento era tan masivo ¿por qué no se vio reflejado en los resultados electorales? Por poner un caso, Mockus tenía en Facebook más de 800.000 fans mientras Santos llegó en su mejor momento a 500.000. Sin embargo, los resultados de las elecciones (como todos sabemos) no reflejaron esa proporción.

Desde mi punto de vista el error de los medios de comunicación, fue tomar a las redes sociales como una masa representativa de la sociedad cuando realmente NO lo eran. La dinámica de la web en Colombia ocurre en pequeños grupos sociales que pertenecen a ciertos niveles económicos, sociales, académicos y profesionales que NO son asimilables a toda la sociedad colombiana.

En Colombia existían alrededor de 11 millones de personas en Facebook a noviembre de 2010, mientras el censo electoral era de casi 30 millones. Si a eso le recortamos los usuarios repetidos, falsos, los inactivos y los menores de edad, tendremos que reconocer que mucho menos de una tercera parte de los colombianos que votan, estaban representados en las cifras de las redes sociales.

Actualmente se dice que Santos ganó gracias a que endureció su estrategia de redes sociales, una falacia. Si esto fuera así ¿por qué no aumentaron sus seguidores en Twitter ni sus fans en Facebook? ¿Por qué en cambio ganó las elecciones con tanta diferencia? Yo creo que la conclusión de los medios fue errada: la estrategia de Santos no funcionó, ni la Ola Verde estaba formada por menores de edad, simplemente el fenómeno fue inflado.

Lo que sí es cierto, es que hay un fenómeno muy interesante que considerar allí, que si bien no es definitivo ni decisorio para nuestro país, tiene el potencial para llegar a serlo.

Además hay algo adicional que vale la pena analizar: la Ola Verde fue un movimiento sumamente emocional, a veces carente de argumentos (para mi pesar). Una pregunta que vendría al caso sería: ¿esto se debe al hecho de que este movimiento surgiera de la inmediatez de las redes?, probablemente sí.


Con miras a las elecciones regionales

Este texto, pretende ser un llamado de atención para el Partido Verde, para los votantes y para los medios de comunicación masivos. No podemos permitirnos como ciudadanos caer nuevamente en la inflación de los datos de las redes sociales, no podemos como votantes decidir ni opinar según las opiniones de los analistas contratados por los medios de comunicación, sin analizar a fondo.

Y finalmente, no podemos como Partido Verde, permitir que la emotividad y el carácter masivo de las redes sociales nos lleve por un camino sin argumentos, cuando efectivamente los tenemos y es justamente en estos medios donde podemos compartirlos y alimentarlos.