sábado, 16 de junio de 2007

Gloria Trevi y el aborto

"Estoy a favor de la despenalización del aborto, pero estoy en contra del aborto" afirmó la polémica Gloria Trevi en una entrevista que dio para El Lavadero, un programa de chismes del Canal RCN.

Aunque me avergüenza un poco el inicio y el origen de este post, debo confesar que fue precisamente esta señora quien le dio respuesta a mi posición frente a este polémico tema, frente al que no había querido nunca emitir juicio alguno precisamente porque no sabía qué opinaba exactamente.

No pretendo extenderme ni darle largas a este asunto, pero estoy de acuerdo con ella: el aborto es una decisión tan personal que nunca la ley tiene por qué juzgar a una mujer que tome esa decisión para sí misma, cada quien tendrá sus razones si lo hace.

Sin embargo, no me parece justo más allá de las prohibiciones de la Iglesia y de lo que la sociedad piense. Para mí la vida no es algo con lo que se juega y ya, no es como cuando una receta queda maluca y sencillamente la tiramos a la basura, no es un simple compuesto químico. La vida, más aún cuando está dentro de nosotras mismas, es un don y no tenemos el derecho a menospreciarlo.

Además, para las que no tienen una visión tan romántica como la mía: el aborto lastima, hace daño, deja secuelas y no sabemos cómo puede manifestarse después una cirugía mal hecha. De hecho conozco niñas que en su adolescencia abortaron y nunca más pudieron concebir.

Aún así, soy conciente de que hay casos, de que hay violaciones y situaciones en las que una nueva vida no puede ser fuente de alegría, por eso respeto a quien lo deba hacer.

Bueno, sólo me queda decir que me parece muy gracioso que una entrevista tan banal, haya inspirado en mí grandes cavilaciones, como me sucedió hoy. Nunca pensé que diría esto: pero ¡GRACIAS GLORIA TREVI!

¿Qué es lo que le da precio a la verdad?

Creo que fue hace más o menos un mes cuando se estrenó en el Canal Caracol el programa "Nada más que la verdad" y hasta el momento he escuchado comentarios de toda índole al respecto, en radio, prensa, blogs y obviamente entre mis conocidos.

Una de las discusiones que más recuerdo fue la de dos mujeres en un programa radial, quienes se quejaban de la inmoralidad, del ejemplo que reciben los niños, de lo que se transmite en un horario familiar, etcétera, etcétera, etcétera. La posición de este par de mujeres,perfectamente respetable se vino abajo cuando ambas de repente empezaron a justificar por qué razón ven con frecuencia el programa: una de ellas argumentaba que lo veía porque era necesario saber qué es lo bueno y lo malo, y la otra aseguraba que era con fines científicos, porque es sicóloga y le interesa lo del polígrafo.

Pienso que en la cara de muchos de los oyentes se dibujó una sonrisa burlona similar a la mía, al entender que lo que acababan de proferir este par de señoras, después de todo su discurso moral, no era más que una excusa para explicar el por qué de su propia conducta "inmoral".

Después de ello me puse a revisar en mis pensamientos, para entender por qué razón este programa me resulta molesto, y comprendí que el problema no es de carácter moral, ya que cada quien decide a quién le cuenta sus intimidades o si lo hace delante de sus hijos o no. El problema radica, en que estas personas si bien lo hicieron por su propia voluntad, también lo hicieron por el atractivo del dinero, lo que muestra que muchos colombianos prefieren tener dinero que dignidad. Lo más gracioso, es que como las dos señoras del párrafo anterior, muchos de los que más critican, son los mismos que no se lo pierden.

Pero además, dando vueltas a los diferentes medios de comunicación me encontré con una postura bastante interesante, muy distinta a la postura moral (o más bien a la doble moral) que han estado asumiendo muchos colombianos. Ester Balac, columnista de el periódico El Tiempo, habló en un tono diferente, no habló de inmoralidad sino de mojigatería.

Entonces dirán muchos: es que permitir que en un programa de televisión salgan personas confesando sus secretos íntimos, y que por ello sean premiados y aplaudidos ¿no es acaso inmoralidad?. Y si miramos bien, podemos ponernos de acuerdo tal vez en que inmoral o no, no es una conducta plausible. Pero más allá de eso pone en evidencia lo mojigatos que siguen siendo muchos colombianos, para quienes es un enorme secreto y una enorme revelación la vida sexual de las personas y gozan como el más infantil voyeur ante el espectáculo más barato de todos.

Y gracias a la mojigatería o "falsa ingenuidad" de los colombianos es que se asume con tal inmadurez la información de la vida sexual de las personas. Y por eso es que se le da un valor tan farandulero a temas tan serios como las relaciones homosexuales, el aborto, las relaciones extramaritales, y etcétera, que pierden valor ante los ojos de las personas y terminan siendo sólo un objeto de entretenimiento con un precio tan risible como lo son 50 millones para la dignidad de una persona.

Es aquí donde me surgen las preguntas y los invito a que se las hagan: esas verdades ¿nos escandalizan?, ¿nos avergüenzan?, ¿nos molestan?, tal vez ¿nos reflejan? y si no entonces: ¿qué es lo que le da precio a esas verdades?

Laura CC Salcedo

Artículo completo de Esther Balac aquí

miércoles, 6 de junio de 2007

¿Para qué nuestros muertos?

Estos primeros días de junio se han vuelto tristes para mí. Antes, como muchos universitarios veía con orgullo las conmemoraciones del día del estudiante caído, pero hoy no puedo más que sentirme avergonzada de que sean los propios estudiantes quienes recuerden unas muertes innecesarias que han sido resultado de una guerra que nadie necesita, y que desafortunadamente, de poco o nada sirve.

En los últimos días me he preguntado muchas cosas con respecto al movimiento estudiantil, preguntas que me encantaría que muchas otras personas se hicieran reflexivamente y sin tener que pensar antes en cómo me van a responder para hacerme la contraposición. Sólo es una opinión, no pretendo cambiar el pensamiento de nadie, pero sí les pido que por un momento piensen en lo que digo, depronto les queda sonando...

Me pregunto por qué criticamos a todos los que propician guerras, los que generan muertes, los que incluso generan su propia muerte, cuando en nuestros propios claustros se gesta una guerra, guerra que como todas es dolorosa y que como muchas es innecesaria e inútil.

Me pregunto qué esperan conseguir de forma violenta, acabando con los bienes físicos y con las personas, cuando está demostrado que sólo se les juzga y poco se les atiende.

Me pregunto si no se han dado cuenta de que este país ya vio suficiente violencia como para desear más, como para que funcione, como para que el gobierno le preste atención a un par de muertos cuando hay muertos a diario, cuando estos pasan a ser otro nombre u otro número.

Me pregunto, por qué les gusta tanto tener mártires, cuando estas personas casi siempre se convierten en un ícono nada más, en un símbolo de un movimiento que vale por sí mismo aunque sus muchos de sus defensores ni siquiera sepan quién fue, qué hizo o por qué fue un mártir.

Me pregunto si no han pensado que otras actitudes menos destructivas y más luchadoras (verdaderamente luchadoras) como el trabajo, como la opinión, como el estudio pueden tal vez contribuir a que las cosas cambien sin que se ponga en peligro la vida de nadie.

Y ante todo, me pregunto si todos los que salen a defender sus ideales violentamente han pensado en su familia, o han pensado en que por combatir en una guerra que no tiene contrincante hay personas que han dejado madres solas, hermanos, primos, novios, amigos, y además, que con ello coartaron una verdadera arma que tenían para luchar: la del conocimiento que estaban cultivando en una universidad.

Lo lamento, porque al ver personas conocidas, muertas y con todos sus ideales sepultados con ellas, sólo puedo pensar que esas muertes se pudieron haber evitado, si antes muchos estudiantes se hubieran preguntado ¿para qué esta guerra? ¿para qué nuestros muertos?...