jueves, 5 de julio de 2012

¿Alguien me dijo gorda?


La indignación del día vino hoy por cortesía de un artículo de Alejandra Azcárate publicado en Aló Mujeres donde la actriz expone, de manera sarcástica y despectiva, las siete ventajas de ser gorda, generando una fotografía de lo patético y lastimero que puede resultar estar pasada de kilos. Acto seguido, Maria Camila Vera, responde con otro artículo muy serio y limpio de sarcasmos, donde expone por qué ser gorda no es un problema y cómo todo lo expuesto por La Azcárate no pasa de ser una mala burla basada en estereotipos inútiles.

Sin embargo, aunque concuerdo en muchos aspectos con Maria Camila, a mi modo de ver están igual de cojas las dos versiones que estas dos mujeres nos proponen sobre la gordura, porque nos están midiendo la felicidad en indicadores de cantidad de novios, escala de amantes, índice de amigas envidiosas, promedio de caballeros que nos abren la puerta y nos corren la silla, tipologías de ropa que podemos usar, etc.

Entonces, si entendí bien ¿lo que me proponen es que seré más feliz si tengo más amigas, novios o amantes?, ¿si puedo usar más ropa? o ¿si la gente se porta mejor conmigo porque les parezco atractiva? Ustedes disculparán, pero a mi modo de ver, estamos perdidas si medimos la felicidad de esa manera, porque en cualquiera de los dos casos estaríamos esperando aprobación de los demás para ser como somos, una suerte de palmada en la espalda que diga "tranquila que gordita también eres deseable". Y la cosa no es así. No puede ser así.

De ser así, nuestra felicidad estaría siempre condicionada a la subjetividad de los demás y a los parámetros que la moda imponga en el momento, lo cual implica que sólo haya un modelo de belleza y que necesariamente un porcentaje de la población tenga que ser inevitablemente infeliz porque no puede (o no quiere) adherirse a ese modelo. Y desafortunadamente, así es para muchas mujeres, en efecto.

Les puedo contar que yo pasé por los dos extremos: fui talla 6 y talla 16, por eso sé que se puede sufrir por igual siendo flaca o siendo gorda cuando los problemas están en el interior, y que esos problemas no se resuelven adaptándose a ningún modelo físico, sino rompiendo el modelo mental. Hay que tomarse el tiempo para conocerse, mirarse en el espejo sin compararse con nadie y poder decir "me gustan mis ojos, mis piernas, mis manos" y por supuesto también "no me gusta mi uña del dedo meñique del pie derecho" y ver qué hago para mejorar ese defecto, para aproximarme lo más que pueda a mi propio ideal de belleza.

Alguien me dijo una vez, que para que una mujer pudiera ser realmente sexy tenía que comenzar por conocerse profundamente a sí misma y así poder exteriorizar con plenitud su esencia y mostrar sus cualidades particulares al mundo. Finalmente, cuando nos conocemos objetivamente, no esperamos lo que nos diga el exterior acerca de nosotras mismas sino que hablamos nuestro propio lenguaje con el cuerpo, e indudablemente la energía que proyectamos nos traerá a cambio las mejores experiencias e inclusive hasta la mejor ropa y la mejor comida, sólo por el hecho de que somos plenas con lo que somos.


¿Y La Azcárate?

Al final de esta historia, lo que menos viene importando es el papel que juega Alejandra Azcárate. Claramente ella interpreta un papel irreverente en nuestra farándula criolla que no tiene nada de relevante. Es como la mala de la novela, esa que da el mal ejemplo, esa que la gente no quiere pero que no pasa de ahí: de ser un mero personaje, una caracterización nada más.

Lo importante aquí es reconocer que los problemas que nuestra sociedad tiene con la estética femenina no son responsabilidad de Alejandra Azcárate ni de ninguna otra actriz o modelo. Al contrario, ellas también son víctimas. 

Me parece que en lugar de indignarnos por lo que ella dice en voz alta, debemos reconocer que muchos decimos cosas en voz baja de los gordos, las narices, las gafas, la ropa y los huesos de los demás. Acá lo clave es que nos preguntemos: ¿cómo hacemos para que nuestras mujeres puedan desarrollar una mirada diferente e individual de la estética propia y la de las demás?