Una vez estuve en un colegio femenino que no tenía espejos en los baños, según las directivas, para no incentivar la vanidad en las niñas. Sentí que de algún modo era un buen intento, pero también una afrenta contra el nunca bien ponderado espejo.
En mi casa solo hay un espejo y nadie lo compró, vino incorporado a uno de los baños y a pesar de lo limitante que pudiera resultar este evento, nunca nadie ha comprado otro en casi una década que llevamos viviendo en el mismo lugar.
A causa de ello, me puedo considerar una verdadera heroína de la vanidad. En vista de que el baño no es precisamente el lugar más disponible 24 horas en una casa, más aún si hablamos de las horas pico de la mañana, me ví en la necesidad de aprender a peinarme sin espejo, a veces incluso con plancha de ropa, antes de que comprara la del cabello. Lo mismo por las noches para desmaquillarme, porque para colmo el espejo, está ubicado en el baño privado de una alcoba.
Sin embargo, el punto de esta reflexión no es mi habilidad para acicalarme sin espejo.
Esta noche, mientras me desmaquillaba como siempre, sin el consabido adminículo y sabiendo que dejaba algunos residuos enormes de crema en mi rostro que después habrían de salir con agua y jabón, pensaba en los errores que cometemos en la vida cuando actuamos sin mirarnos.
Tal vez se trate de darle mucha trascendencia al espejo, pero más allá de eso, se la doy al significado de poder mirar hacia nosotros mismos en el momento en el que hacemos algo con nuestro cuerpo, con nuestra vida.
Nuestro tiempo es extremadamente veloz, los días pasan rápido y con ellos los años, y a veces en el afán de trabajar, estudiar y ahorrar dinero, se nos olvida cuáles fueron los objetivos que nos pusieron en semejante vacaloca y de repente estamos cansados, con un enorme dolor de espalda y ya se nos olvidó por qué.
Reflexiono sobre esto, porque siento que a menudo (más de lo que quisiera) me sucede esto, o lo alcanzo a ver en las personas que me rodean y que ya no tienen mucho tiempo para muchas cosas, pero van en una carrera en la que no están compitiendo con nadie. Y a veces hace falta detenerse y revisar para dónde es que va uno y si está yendo por el camino correcto. Lo grave es que hay cosas que no se solucionan con agua ni jabón, como el exceso de crema. He ahí la importancia de mirarse.
Laura
En mi casa solo hay un espejo y nadie lo compró, vino incorporado a uno de los baños y a pesar de lo limitante que pudiera resultar este evento, nunca nadie ha comprado otro en casi una década que llevamos viviendo en el mismo lugar.
A causa de ello, me puedo considerar una verdadera heroína de la vanidad. En vista de que el baño no es precisamente el lugar más disponible 24 horas en una casa, más aún si hablamos de las horas pico de la mañana, me ví en la necesidad de aprender a peinarme sin espejo, a veces incluso con plancha de ropa, antes de que comprara la del cabello. Lo mismo por las noches para desmaquillarme, porque para colmo el espejo, está ubicado en el baño privado de una alcoba.
Sin embargo, el punto de esta reflexión no es mi habilidad para acicalarme sin espejo.
Esta noche, mientras me desmaquillaba como siempre, sin el consabido adminículo y sabiendo que dejaba algunos residuos enormes de crema en mi rostro que después habrían de salir con agua y jabón, pensaba en los errores que cometemos en la vida cuando actuamos sin mirarnos.
Tal vez se trate de darle mucha trascendencia al espejo, pero más allá de eso, se la doy al significado de poder mirar hacia nosotros mismos en el momento en el que hacemos algo con nuestro cuerpo, con nuestra vida.
Nuestro tiempo es extremadamente veloz, los días pasan rápido y con ellos los años, y a veces en el afán de trabajar, estudiar y ahorrar dinero, se nos olvida cuáles fueron los objetivos que nos pusieron en semejante vacaloca y de repente estamos cansados, con un enorme dolor de espalda y ya se nos olvidó por qué.
Reflexiono sobre esto, porque siento que a menudo (más de lo que quisiera) me sucede esto, o lo alcanzo a ver en las personas que me rodean y que ya no tienen mucho tiempo para muchas cosas, pero van en una carrera en la que no están compitiendo con nadie. Y a veces hace falta detenerse y revisar para dónde es que va uno y si está yendo por el camino correcto. Lo grave es que hay cosas que no se solucionan con agua ni jabón, como el exceso de crema. He ahí la importancia de mirarse.
Laura
3 comentarios:
Brava!!!!
Desafortunadamente no comprendo muy bien lo que quieres decir :(
Como siempre, qué buena analogía.
Tienes esa capacidad de relacionar dos asuntos ajenos para fijar una reflexión seria; y en este caso, sé muy bien de qué estás hablando.
Me gusta mucho el fondo de este texto, además de la manera en que está escrito. Y qué bueno que pudiste mirarte para saber que hay que re-buscar las metas.
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