Esta mañana un querido amigo me comentaba que le acaban de diagnosticar una enfermedad que provoca que su corazón palpite más despacio. Pensé, ahora tendrá que cuidarse más, hacer ejercicio y dejar algunas comidas. Sin embargo, en ningún momento por el hecho de haberse enfermado se me ocurrió desvirtuar sus cualidades como profesional, como persona y como amigo. Sería ridículo.
Además, si las personas dejáramos de quererlo a causa de su enfermedad, él se tendría que ver en la penosa obligación de ocultarla y tal vez de posponer su tratamiento para que nadie sospechase qué le ocurre.
Usted podrá preguntarse entonces, cuál es la necesidad de plantear semejante posibilidad. Pues bien, esa actitud de esconder la enfermedad por temor al rechazo, con todo lo ridícula que parece, es la que muchos medellinenses aplican con su ciudad.
Sí señores, al igual que mi amigo Medellín está enferma, enferma de contaminación, de pobreza y de violencia, y tristemente el estado de la enfermedad es bastante avanzado. Sin embargo, al igual que él, esta ciudad no ha perdido sus cualidades: sigue siendo linda, cálida y agradable tanto para propios como para extraños.
La pregunta que aquí cabe entonces es: si somos concientes de eso ¿qué necesidad tenemos de ocultar esa enfermedad?
Muchos medellinenses asumen una actitud un tanto peligrosa, al estimar que es mejor ocultar las enfermedades para que la gente no rechace esta ciudad, ni a sus gobernantes. Lo grave, es que la información que se oculta sobre su estado de salud es necesaria para que las personas puedan asumir actitudes y tomar decisiones en coherencia con ellas.
Si las personas ignoran que hay violencia, contaminación y pobreza, no pueden movilizarse, no pueden actuar ni decidir de forma coherente por la ciudad que quieren. Es como si mi amigo no tratase su enfermedad por no reconocer que está enfermo.
Desafortunadamente, los entes que tienen la tarea fundamental de brindar esa información están empeñados en que la enfermedad nos desvirtúa y por eso la esconden. Los medios y la Alcaldía no lo muestran todo, y las personas que más fuertemente padecen los síntomas, sencillamente no tienen voz, ni siquiera en estos medios digitales que son más libres, pero inasequibles para muchos.
Como decía esta mañana @elreticente en su blog, en Medellín hay muertos todos los días y es una realidad que no podemos tapar con un dedo, pero que si reconocemos probablemente podamos reflexionar e incluso comenzar a proponer soluciones coherentes.
La verdad se necesita, para construir colectivamente, para tomar decisiones correctas, para poder empezar a actuar. Hay muchas personas que no queremos hablar mal de Medellín, sino que reconocemos que está enferma y necesita que todos le ayudemos. Señores, como dice una popular y manoseada frase: el primer paso es admitir que se tiene un problema.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
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6 comentarios:
Más de acuerdo no puedo estar. Excelente opinión.
Comparto eso de saber y expresarse sobre la enfermedad de forma abierta. Ser honesto con ese tema es la base fundamental de la cura, pues si no se reconoce el problema no habrá manera de definirlo y es pues un primer paso para enfrentarlo. De otro lado es un problema de TODOS en donde no nos podemos quedar esperando: no sugiero que nos tomemos las calles y que obliguemos a cambiar a quienes no quieres, sugiero un cambio INDIVIDUAL en el que somos responsable de nuestros actos y contagiamos de cambio a nuestro entorno.
Laura creo que los medios deben ser transparentes y visibles respecto al tema, pero creo que más que muestren o no, debemos promover nosotros espacios de discusión como el que tu abres, donde pongamos puntos y generemos debates, los grandes medios tienen agendas apretadas y estimados de sintonía pegados del cuello, nosotros podemos comenzar con cosas simples, ideas y conversaciones que promocionen y motiven estados críticos respecto a la info que consumimos y sobre el tema de la inseguridad en donde los medios influyen las percepciones y pues...las percepciones son ficciones de lo real no solo porque la superan sino porque la diagnostica. Gracias por este espacio.
Les dejo un link a un artículo en el MUNDO sobre el tema de mi amiga: @tatyanacardenas
http://bit.ly/3cSAOd
SALUDOS!
Una visión muy tranquila, y metafórica de lo que ocurre en nuestra ciudad. Me gusta mucho. Es necesaria.
Esta ciudad que me recibió hace 10 años, y que ahora es donde me siento cómodo, y donde me gano la vida, me ha mostrado, y entrenado con fuertes experiencias. No puedo contarlas aquí, seria muy largo.
Por eso cuento el cuento en los medios digitales, y en cada habladita, como una forma (y un derecho) de hacer memoria, de eternizar lo que somos ahora, para formar identidad, y algún día, saber para donde vamos en la vida. Que en ultimas, es nuestra meta final en la vida.
Y como vamos, vamos perdiendo el futuro que nos prometieron. Otra generacion matandose, y no vamos a decirlo, por pena? Otra vez la doble moral? Otra vez promesas?
Yo no cambio el mundo. Ni denuncio. Yo registro, y opino desde mi vision de habitante, que es verdadera y autentica. Una grabacion que nosotros ni siquiera vemos (pocos me visitan), pero que los primitos nuestros si visitaran.
El aporte que podemos hacer en medio de las balas, la pobreza, el esmog, las injusticias, las intolerancias: El tomar conciencia de lo que esta pasando.
Y no aceptar más mentiras, promesas, y miedos como posibilidades de futuro.
Un abrazo!
se ganó un follower en twitter
excelente post. No podemos ignorar, como se diría en inglés, al elefante que está metido en la habitación. Porque además queda estigmatizado el que sí habla del tema, como si se estuviera inventando los males y haciéndole un daño a la ciudad, cuando en realidad es quien sufre de los daños.
Qué bueno es tener la educación suficiente para saber decir las cosas, nena, te felicito... Dicho de esta forma, estoy en total acuerdo con vos, excelente opinión, buen manejo de palabras y te expresás super bien...
Con un excelente y casi perfecto argumento me dejás callada y lo que más admiro es que lo hiciste sin necesidad de hacerlo de una forma grosera y vulgar, como lo hicieron en la mañana...
Nuevamente: Te felicito!
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