viernes, 29 de mayo de 2009

En función de la muerte

Clara era economista, una mujer de unos cuarenta y tantos años que participaba en proyectos en pro del desarrollo y el hábitat de Medellín. La había conocido hace unos meses cuando trabajábamos en un proyecto de desarrollo y esta tarde me llamaron a avisarme que hace dos días se la llevó un cáncer fulminante. Según me cuentan, lo padeció silenciosamente y ninguna de las personas que trabajaban con ella supuso siquiera que ella estuviera pasando por semejante situación.

Desafortunadamente, esta es una historia que no sorprende ya. Son muchos los casos que se escuchan con frecuencia acerca de personas que cualquier día se enteran de que un cáncer los matará en uno o dos meses. También es común la historia de esas personas que se la pasaron trabajando toda la vida y murieron a poco de pasar las vacaciones para las que habían ahorrado toda su vida.

Estas historias, que parecen sacadas de una canción de Alanis Morissette, son frecuentes y siempre dejan en el ambiente un virus de crisis existencialistas que nos plantean grandes dudas sobre la vida, la muerte y la forma en que invertimos los días en este mundo. Luego, al pasar 2 o 3 semanas la crisis se va y vuelve la adicción al trabajo, el mal genio, el maltrato por el mundo que nos rodea.

Hace poco una querida amiga me decía que uno siempre tenía que pensar en función de la muerte antes de tomar decisiones ¿qué pasaría si hago esto o aquello y me muero mañana? ¿o se muere alguien importante en mi vida? Esta perspectiva, a veces nos hace tomar las decisiones equivocadas, a veces las correctas, siempre pensando que lo que uno haga, ya no va a tener reversa.

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Estos últimos días de altibajos y "trabajolismo" acentuado, no he podido evitar pensar en esa hipótesis, y preciso hoy me entero de la muerte de Clara.

Pues bien, las cosas son así. Empieza la acostumbrada crisis existencial, pero contradictoriamente esta ocasión no quiero pensar en función de la muerte, sino en función de la vida.

Se me ocurre que mejor que pensar que "de algo me tengo que morir", es bueno pensar en alguna buena razón para vivir. Que mejor que pensar que los actos son potenciales "errores irremediables", es necesario comprender que en la vida las cosas pasan, teniendo en cuenta que "en camino largo hay desquite".

Y pensar, que cada segundo que viene es vital, no porque nos vayamos a morir, sino porque seguiremos viviendo y de nosotros depende que esos minutos, horas, días y ¿quién sabe? hasta años tengan sentido en el momento que sucedan.

Hace poco un amigo me mostró un listado de cosas que quiere hacer para mejorar su vida y días después me animé a hacer lo mismo. Ahora pienso que todo eso tiene sentido en la medida en que cada mañana nos levantemos con un un nuevo ítem en la lista: sueño, capricho, meta, deseo, apasionamiento, llámese como se llame, pero un sentimiento que nos recuerde que estamos vivos aunque tengamos que trabajar 16 horas diarias.

Sólo eso, el pensar en función de la vida, supera la crisis existencial de las dos semanas.

Lala

lunes, 11 de mayo de 2009

Determinismo anacrónico

Me preocupa mucho el determinismo tecnológico que frecuentemente atropella a nuestra sociedad, teniendo en cuenta que la mayoría de las instituciones que en Colombia propenden por el aprovechamiento de la tecnología, lo hacen de una forma muy tecnicista y poco profunda. Sin embargo, en esta ocasión a riesgo de sonar contradictoria, voy a defender a la técnica como una parte fundamental para realizar cualquier proyecto con contenidos, por profundo que este sea.

En el caso de los comunicadores sociales, el debate ha sido amplio entre quienes afirman que un comunicador no tiene por qué dominar herramientas de diseño web, ni tecnologías de cualquier clase; contra quienes, por el contrario, consideran que este tipo de profesionales deben ser una suerte de "toderos", capaces de enfrentar cualquier reto técnico que se les presente.

Coincidiendo con los primeros, estoy de acuerdo en que debemos ser más concientes del mensaje que del medio, pero al mismo tiempo, no podemos emitir un mensaje si no comprendemos a cabalidad el medio.

No me preocupa que un comunicador no sepa diseñar un sitio web, pero me parece francamente ridículo y hasta insensato que no pueda entender qué es un boletín en HTML o la diferencia entre una imagen vectorial y una en mapa de bits. Más todavía, que no sean capaces de convertir un archivo de cualquier formato a PDF.

Estos asuntos son básicos, para comprender cómo funcionan las cosas que hacemos. En este sentido, lo que más me inquieta es que la profesión está francamente vencida por una ausencia de curiosidad y de necesidad de innovación, al punto que no les importa comprender por qué en unos proveedores de correo cargan las imágenes que se envían en el boletín que enviaron y en otros no.

Nos parece incompetente el cirujano no sepa manejar un bisturí, o que un ingeniero electrónico que no sepa destapar un computador, pero se la perdonamos a los comunicadores. Por eso me parece descarado que éstos se escuden en que "ellos elaboran los contenidos y los mensajes", para evitar aprender herramientas que frecuentemente plantean retos enormes que la pereza mental y su determinismo anacrónico, no les permite entender.

Lala

jueves, 7 de mayo de 2009

De corazonadas y esperanzas

Entre más pasa el tiempo, menos creo en la institucionalidad y más en las personas. Siento que las instituciones son nombres, logos, mercadeo... pero el espíritu real es el de las personas.

Por eso, hace unos pocos meses empecé a tener una inquietud cada vez mayor por el tema de la sociedad civil ¿qué podemos hacer los ciudadanos por nosotros mismos? Aflora nuevamente mi espíritu de Mafalda, que sigue soñando con cambiar el mundo, antes de que el mundo pueda cambiarme a mí, y me digo que las instituciones tienen la obligación de la resignación, pero las personas no.

Las personas tenemos derecho a pensar con cabeza caliente, a dejarnos llevar por los impulsos y el corazón. Tenemos derecho a soñar con lo imposible y a hacerlo despiertos si se nos da la gana. Las instituciones deben verse sólidas y serias, y deben plantear objetivos "medibles, alcanzables, específicos y realistas" como yo misma recomiendo en mis clases, pero los seres humanos tenemos el derecho (y la obligación) de soñar con imposibles.

Hoy, a la puerta de este post dejo el vestido Universidad de Antioquia, el traje Católica del Norte y la pinta Universidad Pontificia Bolivariana. Hoy soy Laura Caro Salcedo, la joven, la académica, la viva, la soñadora y hablo por mí, solo por mí.

Hace una semana tuvimos un sueño colectivo, una manifestación en la que el mundo entero pudiera contar con sus ojos y sus manos, sin límites de fronteras ni idiomas, que quiere un planeta mejor, más limpio y sobre todo más respetado. Una preocupación que tuve desde que era niña, desde que tengo memoria, viviendo en una de las ciudades más contaminadas de América Latina: mi adorada y sufrida Bogotá.



Ahora soy una Mafalda tan soñadora como siempre, pero con herramientas y sin temor por la sopa, una Mafalda que mira el globo terráqueo con otros ojos y desde otro punto de vista y se dice "sí se puede".

Por eso, creo fervientemente en las capacidades, las posibilidades y el futuro de esta sociedad civil de mi vida, que no es la de Medellín, ni la de Bogotá, ni la de Colombia: sino la del mundo. Por eso declino la necesidad de la institucionalidad.

Creo en mí, creo en mis vecinos de apartamento y en mis vecinos de Twitter, Facebook y lectores del blog. Por eso no necesito un sello oficial para decirle a la gente que no quiero respirar más este aire que me envenena a mí y a mi mundo.

Como ciudadanos del mundo, podemos hacer muchas cosas, esta vez por el medio ambiente, mañana quién sabe. Me lo dice mi sentido común y me lo dice una corazonada.

Lala

lunes, 4 de mayo de 2009

Happening digital: yo no quiero respirar este aire

La primera vez que supe acerca de un happening, fue en voz de Diana Uribe, cuando echaba su cuento acerca de mayo del 68. Los happening en ese entonces fueron una manifestación de la mentalidad que pretendía cambiar el mundo de manera revolucionaria, en una década que fue definitivamente trascendente para la vida en occidente.

Pues bien, esta época que nos tocó vivir tiene en común con la década de los 60's el cambio social, representado por el advenimiento de la Sociedad de la Información y de otro lado la preocupación creciente por el cambio climático, que cada vez nos pone en condiciones más desfavorables con respecto de nuestro lastimado ecosistema.

Por ello, las personas que estamos comprometidas con medellinsincontaminacion.org, queremos rescatar esa manifestación lúdica y artística que en otro momento de la historia tuvo su relevancia en la reflexión sobre nuevos modos de pensar.

Hoy queremos invitar a la gente a que se tome un ratico de su día para pensar en el aire que respiramos y en lo mal que estamos viviendo en medio de una gran nube de humo negro. Además, queremos reivindicar la Red como una forma de ser en sociedad, manifestarnos y comprometernos en un fin común.

Por eso, la invitación para todos es que se saquen una foto tapandose la nariz y la boca como gesto de repudio por el aire contaminado que nos vemos obligados a respirar, y la publiquen en sus perfiles de Twitter, Facebook, Hi5, Flickr y cualquier otro espacio en donde compartan fotografías. De la misma forma, pueden enviarla al correo medellinsincontaminacion@gmail.com, para que la publiquemos en este mosaico.

No es necesario ser de Medellín para participar, si bien esta iniciativa nace en esta ciudad, la idea es que como ciudadanos de la Red, potencialicemos las posibilidades que tenemos en ella, así que la invitación queda abierta. Acciones como esta puede que no representen cambios a corto plazo, pero son una buena forma de empezar a actuar.