Desde muy pequeña vi a mi familia entrar y salir de la universidad, pude asistir al grado de mis padres y de mis tíos y entendí cómo para ellos tener una carrera profesional era una prioridad. No sabía qué era lo que quería estudiar, pero sabía que tenía que pasar por una universidad. Por eso, tal vez, nunca en la vida contemplé otra opción diferente para mi futuro.
Probablemente, para el mundo entero cuando una mujer se gradúa del colegio haya opciones variadas: trabajar, montar un negocio, casarse, tener hijos o... entrar a una universidad. Pero en mi universo personal, yo solo contemplaba una opción y tal vez por eso, me esforcé por ella. De lo contrario, hubiese caído en el vacío y francamente, a estas alturas del paseo sigo pensando que no hubiera sabido qué hacer.
¿Pero a qué voy con eso? Para explicarlo hablemos de decisiones
Durante estos últimos días violentos y difíciles en Medellín, que no se diferencian en mucho de los días violentos y difíciles que siempre ha habido y la prensa no ha mostrado, han salido a la luz pública los problemas de siempre: las bandas emergentes, la gente que no colabora con la policía, la pobreza y la falta de educación. Claro, ante la pobreza y la falta de oportunidades surge la violencia y luego las mamás encubren a sus hijos y las comunidades deciden apoyar a "los suyos" porque "son los suyos así sean malos", literalmente.
Desde hace tiempo ese tipo de rasgos culturales de nuestra sociedad me cuestionan mucho ¿por qué los jóvenes deciden meterse en grupos armados? ¿por qué las comunidades deciden encubrirlos aunque sepan que son un peligro incluso para ellas mismas? ¿por qué las mujeres deciden vivir con hombres que les pegan? ¿por qué las jóvenes asumen como estilo de vida ser madres solteras o esposas de matones? ¿por qué?
Y hace poco llegué a la conclusión de que se trata de una cuestión de opciones. Así como cuando mi entorno me hizo creer que la única opción viable era ser profesional, el entorno de otros le muestra otros caminos mentales. Entendí que las opciones no son los diversos caminos concretos que se pueden tomar en un momento dado, sino esos lugares que en nuestro imaginario creemos que podemos y/o queremos alcanzar.
En palabras más simples, si una niña crece viendo que en su entorno las mujeres tienen como meta única conseguir un esposo que las mantenga y no hay otro estímulo suficientemente poderoso (interior o exterior) que le haga pensar lo contrario, lo más seguro es que finalmente lo termine asumiendo como su propia opción, aunque se le diga que técnicamente puede elegir otros caminos.
Recuerdo que cuando salí del colegio, uno de los compañeros más vagos pasó a la Universidad Nacional, lo cual fue una sorpresa para todos y una dicha para él. Al año siguiente me lo encontré borracho en una calle en la Feria de las Flores y le pregunté por la universidad, a lo que me respondió "me salí porque me di cuenta de que eso no era para mí, eso es para los nerdos". En este caso, él tenía la opción concreta de estudiar en la universidad, pero no tenía la opción mental.
¿Y todo esto para qué?
Esta sociedad cree que "dar opciones" es abrir cupos en el SENA, regalar subsidios u ofrecer créditos para montar microempresas. Pero nunca se ha puesto a pensar que las opciones no se entregan en un papel con el logo de la Alcaldía, sino que se construyen en procesos largos de educación y creación de cultura.
Procesos en los cuales se pueda lograr que haya más confianza en el futuro y en las propias capacidades, en los que todas las personas sientan que hacen parte de la construcción de una sociedad y no que sobreviven a ella. Evidentemente estos procesos son mucho más difíciles, pero son los únicos que le pueden dar un giro a este país que más que de acciones, necesita cambiar primero de actitud.
No pienso que todos tengan que ir a la universidad, pero sí sería muy bonito que los jóvenes de Medellín y de todo Colombia, tuvieran un universo de opciones que les permitiera tomar decisiones diferentes a la violencia o a ser padres de muchos hijos antes de los 20 años. Y que las madres tuvieran más opciones que esconder a los hijos debajo de la cama, hasta que la policía o los vecinos de la loma del frente, vengan y los maten.
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UN EPÍLOGO SENTIDO
La diferencia entre una persona rica y una persona pobre no es la cantidad de dinero que posee, sino la variedad de opciones mentales que le pueden permitir tener una mejor calidad de vida y la capacidad para elegir la mejor.
En mi urbanización hay un portero que vive con un sueldo mínimo, pero que con su esposa rebusca y ahorra. En los años que lo conozco he visto la manera cómo ha criado a sus dos hijos, llenándolos de opciones. Este personaje, un día me habló de que estaba ahorrando para comprarles un computador y agregó: "es que yo no soy pobre, simplemente no tengo plata".