domingo, 11 de octubre de 2009

En la ley de la jungla

Cualquier noche a bordo de un taxi en alguna calle de Medellín, el conductor comenzó a contarme una de esas historias que a ellos se les van escapando en medio de la conversación que le montan a los pasajeros para hacer más amenas las jornadas de trabajo. "Figúrese muchacha que una vez iba yo muy rápido por la autopista y no sé de dónde me salió una persona y la atropellé. Yo paré por un segundo, pero luego me pudo el miedo y no supe sino acelerar" ante mi actitud de sorpresa, siguió contando... "pero estuve tan de malas, que alguien vio las placas del taxi, entonces recibí una citación de la Fiscalía y de una vez me fueron metiendo preso".

En la voz del señor se notaba que era conciente de la gravedad de las cosas que, sin yo hacerle ninguna pregunta, me estaba contando. Dentro de mí se enfrentaban el desconcierto y el montón de preguntas que le quería hacer, pero él solito continuaba... "Lo peor, es que este taxi no es mío, pero fue precisamente el dueño del carro el que me sacó, él tiene amistades "de las que usted sabe" y no me dejó pasar ni una sola noche en la cárcel y acá estoy, manejando el mismo carro".

Verá, señor lector, el aspecto de aquel hombre era tan humilde y hablaba con tal franqueza, que yo no sabía si morirme de indignación por la persona que había sido atropellada mientras el agresor continuaba libre, o pensar que a pesar de todo, este señor había cometido un error y había salido muerto del susto, sin mala intención.

Pero este cuento no viene al caso gratuitamente, el recuerdo de este capítulo volvió a mí esta noche al ver el escándalo porque la actriz Carolina Sabino atropelló hace 11 años a un señor, dejándolo inválido y huyendo todo este tiempo de una indemnización por $345 millones que un juzgado de Bogotá le determinó como pena.

Por un lado, tengo que decir que es justo que ella pague y que es muy descarada la posición de esta señorita al evadir la justicia, y más aún, la adecuada reparación que merecen tanto la víctima como su familia. Mi pregunta es ¿por ser ella actriz de repente se hace más grave que manejara en estado de embriaguez? ¿no ha tenido usted un familiar cercano o un amigo que conduzca en las mismas condiciones? ¿lo convierte esto en una mala persona? ¿tendría su familiar o amigo $345 millones de pesos para pagar a una persona que atropelle? y más aún ¿un juzgado le cobraría esta suma a una persona del común? Seguramente no, y más allá de eso, ni todo el dinero del mundo le paga a una persona la pérdida de la capacidad de caminar.

Entonces ¿cuál es la real diferencia entre el señor del taxi y Carolina Sabino si ambos cometieron una imprudencia al conducir? sencillo, que ella es famosa y que la familia de este señor pensó que era una buena oportunidad aprovechar que no lo había atropellado cualquiera, porque en este país no solo los ricos son vivos, acá todo el que puede evadir o aprovecharse de la justicia, rico o pobre, lo hace y lo hace sin lástima.

Para mí, el tema no se trata de dinero, tampoco se trata de cárcel. Se trata de humanidad, de valoración del "otro", de pensar que yo puedo enfrentarme a la ley pero quedé vivo y con pies y manos. Qué lástima que en este país todo se reduzca a plata y a violencia.

Desde mi punto de vista el pecado de Carolina Sabino y del taxista es el mismo: no preocuparse de la vida que coartaron, sino de su propio pellejo. Un error lo comete cualquiera, pero el egoísmo es premeditado y además descarado.

Y seguramente usted también conoce un caso similar, a la larga si uno mira alrededor mucha gente es así, cosas de esas "pasan todos los días" y nadie hace nada, porque al fin y al cabo estamos en "la ley de la jungla".